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martes, 5 de mayo de 2009

¿Adónde vamos?

Mayormente, los pasajeros que suben al colectivo saben adonde quieren ir. Por eso eligen tal o cual línea de colectivo, que – si no se desvía de su trayectoria normal – los llevará adonde necesitan irse. Parecida es la situación cuando uno sube al auto, normalmente lo hace sabiendo el destino, la dirección. Se revisa si hay suficiente combustible para llegar a tal lugar y si llevo la documentación correspondiente. Inclusive, si el viaje implica cruzar la frontera, hay algunas exigencias de documentación y de disponibilidad de dinero adicionales. Si alguien va forzado a un viaje, y no sabe ni siquiera adonde va, posiblemente se trate de un secuestro.

En los últimos años me parece que estamos como ciudadanía, y especialmente en el sector del funcionariado público ante una situación parecida: sin rumbo. En otras palabras, no tenemos un rumbo claro como país. Este problema empieza desde arriba, desde el mismo patrón: el Estado. No tenemos una política de estado, por lo cual no tenemos estadista – o al revés – al no tener estadista, no tenemos política de Estado. ¿Cuál es el rumbo, el destino al cual vamos, como país, en el ministerio, en la municipalidad?

Esta es una muestra palpable de que el liderazgo necesita ser reformulado en nuestro país, y los ciudadanos no solo valemos por el voto que depositamos cada tanto, sino que necesitamos ser custodios críticos y constructivos de lo que sucede con nuestros líderes. Existe una creciente inquietud, muy saludable por cierto, de que las personas que desean postularse a cualquier cargo de liderazgo, deben darse a conocer en muchas facetas de su vida. No los elegimos por su nombre y apellido, sino por lo que supuestamente son capaces de hacer o generar desde el liderazgo.

Conocer la Visión y Misión de una empresa o institución es muy importante para que todos los funcionarios sepan adónde vamos. Lo mismo debería suceder en el Estado y todas sus dependencias. De esa manera, inclusive no tendrá demasiado importancia cual es el nombre y apellido de los que ocupan los cargos de liderazgo; tendrán que hacer lo que se establece.

Mientras tanto, parece que estamos en un viaje sin norte. Por lo tanto, cualquier viento puede ser bueno, o malo; conforme a las expectativas de cada uno.

Gracias a Dios, tenemos ejemplos diferentes; como el de Aquel que vino a la tierra para mostrarnos con humildad y sacrificio que El vino, para que tengamos Vida, y Vida en Abundancia (Jesús). Ese viaje sí tiene un Líder que cumple, y un destino seguro: la Vida Eterna. Empecemos por lo más importante, y lo más seguro: creer en El. No nos defraudará. Y con su ayuda, emprenderemos los otros desafíos de formar Liderazgo Saludable para nuestro querido Paraguay.

Dr. Arnoldo Wiens